El Slow Living es una tendencia que viene tomando forma hace ya algunos años, pero sólo en los últimos dos o tres años empieza a tomar más fuerza.
El Slow Living es una tendencia que viene tomando forma hace ya algunos años, pero sólo en los últimos dos o tres años empieza a tomar más fuerza.
Existe una inclinación social, sobre todo en las grandes sociedades, que te empuja a vivir cada vez más acelerada, a consumir más, y más rápido, a sólo un click.
Un auge de consumo capitalista que empuja a consumirlo todo: consumís objetos y alimentos, pero también te consumís a vos misma y a quienes más te importan.
Es una forma de relacionarte con tu entorno y todo lo que te rodea.
Pero el movimiento Slow busca enseñarte cómo frenar y relajarte para vivir más feliz cada día, para que puedas aprender a disfrutar del momento presente, e impulsa así un estilo de vida más consciente con vos misma, con el medio ambiente, y con todo lo que te rodea.
¿Cómo impacta en tu propia vida el vivir tan ajetreada?
El impacto de la pandemia en la salud mental, y habernos visto obligadas a frenar durante el confinamiento, produjo un STOP (casi) universal y la obligación para muchas de mirar adentro, quizás, por primera vez en años.
Quizás fue un regalo poder darte un poco de quietud, permitirte escucharte a vos misma, y tomar consciencia de que algo en tu estilo de vida no estaba funcionando.
Que el trabajo, los chicos, los amigos, los suegros, el gimnasio, las obligaciones sociales y laborales no daban respiro.
No estamos separadas de nuestro entorno.
Y cuando no te das lugar para escucharte a vos misma, es probable con el tiempo, que te vayas alejando de tu propia voz y la sensación de equilibrio interno se vaya apagando.
Si vivís “fuera de vos misma” o en estado de desconexión (algo que hemos normalizado a nivel social), es natural sentirte confundida, no saber qué camino tomar, abrumarte por el estrés, y sobre todo, experimentar niveles altos de angustia o ansiedad.
El objetivo de la vida no es ser más feliz, es sentirte más en calma cada día.
Cuando hablamos de Gestión Emocional y Mindfulness hay una cosa importante que tener presente: el objetivo de la vida no es sentirte feliz o alegre la mayor parte del tiempo.
Eso sería imposible.
Y muchas veces incluso, por creer eso, caemos en la frustración, o en bucles mentales de autocrítica y autoexigencia.
My dear, el objetivo de la vida es sentir calma, serenidad, estar en equilibrio o, como me gusta decir, LA ECUANIMIDAD.
Que ni las grandes aversiones o la avidez te pesen tanto, y que venga lo que venga puedas estar a gusto en tu propia piel: en los “buenos” y en los “malos” momentos.
Porque al final, tanto las experiencias agradables como desagradables son parte de la totalidad de la experiencia humana, y te enriquecen.
Aunque luches contra las no placenteras, y a veces tengas ese ideal de que deberías sentirte bien todo el tiempo, eso es positividad tóxica.
Y de ese tema te cuento un poquito acá.
¡Pero termina esta lectura que se viene lo más práctico!
Los pensamientos positivos y una actitud optimista sin dudas pueden ayudarte a sentirte mejor. El problema es cuando se generan expectativas muy alejadas de la realidad que se traducen en un nivel de autoexigencia inalcanzable.
Ese optimismo extremo que surge de la presión social de ciertos mensajes realmente no es posible…
Porque la vida está hecha de opuestos que se complementan, de totalidades, y no de medias caras.
Es mejor frenar…y observar.
Ahí comienza el cambio.
Frenar puede brindarte un estado de serenidad que incluso quizás, nunca hayas experimentado en tu vida.
Si estás de acuerdo conmigo en que el ritmo al que estamos viviendo globalmente, nos está dejando un poquito devastados a nivel social y emocional, quizás, y sólo quizás, alguna vez te hayas identificado como la oveja negra (o multicolor) de tu familia.
La socialización lenta se está instalando lentamente, como lo dice su nombre, en aquellas personas que hasta de alguna forma siempre nos hemos sentido un poco rebeldes.
El tema es poder observar que no es casual realmente que en estos tiempos nos estemos enfrentando a los índices de depresión y ansiedad más altos de toda la historia…
No me creas a mí, te dejo algunos datos:
– Por ejemplo, hoy mismo la depresión es la principal causa mundial de discapacidad en el mundo.
– Además se pronostica que los problemas de salud mental, ampliamente hablando y en su conjunto, van a ser la principal causa de discapacidad en el mundo entero para el 2030.
Tampoco es casual que de cara a estar saliendo de la pandemia por el Coronavirus (fingers crossed que lleguen más vacunas), nos estemos enfrentando a otra pandemia en relación a la salud mental, de igual o peor peso que el Covid, pero de la que no se habla tanto.
No quiero abrumarte con datos porque no es mi estilo.
Pero si querés saber a qué investigaciones me refiero, escribime y te envío los papers.
Y si necesitas hablar con alguien por todo lo que está pasando o te sentís angustiada, lo mismo, podes escribirme, y sabe que contás conmigo siempre para unas palabras de apoyo.
Un dato que quisiera remarcar a todas, y que me parece importantísimo, es que en materia de salud mental, somos globalmente las mujeres las que nos vemos más afectadas.
Y esto se debe a distintas razones que no puedo detallar en este artículo, pero de las que vamos a seguir hablando.
Que sepas una cosa: no es nada biológico lo que nos condiciona.
Sino gran parte de la socialización de género a la que nos vemos expuestas lo que nos determina.
En conclusión…
Hay mucho que podes hacer para romper con los esquemas sociales que te empujan a vivir cada día más acelerada.
Estar leyendo este artículo y seguir mi contenido, por más pequeño que parezca, es una de ellas.
Empezar a conectar con la idea de que se puede decir NO, y aprender estrategias para hacerlo sin sentirte culpable, es otra.
Dedicar un ratito al día, aunque sea todos los días, a hacer una cosa que te saque del piloto automático de las tareas rutinarias, puede ayudarte muchísimo.
Si estás con un día super ajetreado y corriendo de un lado a otro, eso puede significar sentarte unos minutos tranquila y disfrutar un té en silencio.
Puede ser encontrar 15 minutos para escribir en tu diario las sensaciones que estás teniendo.
O hacerte espacio para una micromeditación.
Dedicate tiempo para vos.
Con amor,
Katu.
Katia Rosenbaum
Psicóloga especialista en Gestión Emocional y Mindfulness.